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jueves, 30 de enero de 2025

FAKE NEWSS - DESINFORMACIÓN - WHATSAPP - PROTECCIÓN CONTRA LA DESINFORMACIÓN - BULOS DE WHASTAPP




 


ASÍ FUNCIONA LA DESINFORMACIÓN EN WHATSAPP

 

Hoy en una céntrica calle de Madrid ha aparecido una curiosa instalación. Las personas que se acercaban a ella veían un mensaje muy poco lógico: vota lo contrario de lo que piensas.

 

¿Por qué habrían de hacer tal cosa? Precisamente en las elecciones se trata de visibilizar la voluntad popular.

 


 

Unos pasos más adelante tenían la respuesta. Al acercarse a la instalación podían ver por fin el mensaje completo: ahora se podía leer

 

“Vota con conciencia, de lo contrario, cualquier bulo de internet podría alterar lo que piensas”.

 

Efectivamente, la democracia visibiliza la voluntad popular, pero para que la ciudadanía pueda ejercer su derecho de elegir a sus representantes, es fundamental que esté bien informada.

 

Y la información está ahora amenazada por el auge de las noticias falsas y los bulos que circulan por WhastApp y otras redes sociales.


EL PROBLEMA DE LA DESINFORMACIÓN

 

Estamos en la época de la «posverdad», en la que la realidad se relativiza en función de los intereses de los propietarios de los medios de comunicación y redes sociales o creencias de la audiencia. Nada nuevo… o sí.

 

En momentos de descrédito de las instituciones y medios de comunicación tradicionales, la viralidad de las redes sociales está ocupando un rol de suma relevancia, dejando campo abierto a la siembra de mentiras y bulos, noticias falsas o verdades a medias que intoxican el debate público y generan polarización social, comprometiendo en nuestras sociedades las cualidades democráticas más básicas, como son la elección libre e informada o la capacidad de diálogo en la diversidad.

 

En ese caldo de desinformación y desasosiego se han fraguado las victorias del Brexit, o de Trump y Bolsonaro, cuyas políticas ponen nuestras vidas y el planeta al servicio de los mismos intereses que nos llevaron a la crisis ambiental y social que actualmente recorre el planeta.

 

MANOS A LA OBRA: ANALIZAMOS LOS BULOS DE WHASTAPP

 

Para analizar el impacto y el tipo de mensajes de desinformación hemos mirado dentro de WhatsApp, la app de mensajería donde más se han compartido bulos en los últimos meses.

 

¿Por qué WhatsApp? Porque es el canal preferente para comunicarse para el 95,1% de la población española. Lo preferimos por encima incluso de hablar cara a cara.

 

Al amparo de este crecimiento, WhatsApp también se ha convertido en una poderosa herramienta que contribuye a viralizar y propagar mensajes falsos, porque llega a más gente que las redes sociales y facilita su difusión sin control ni réplica.

 

Por ello nos hemos propuesto echar una mirada a la desinformación en Whastapp. Su mayor problema es precisamente que no es una red pública, de modo que es muy difícil saber qué se mueve en ella y qué impacto tiene: no hay cifras de me gustas o veces compartido. Hay que arremangarse, meterse en ella e investigar manualmente. 

 

Es lo que hemos estado haciendo los últimos meses con la ayuda de nuestro voluntariado. Investigación: La desinformación en WhatsApp

 

WhatsApp ha pasado de ser una aplicación de mensajería a convertirse en un potente ‘medio de comunicación’ que llega a más gente que las redes sociales, pero en la que no hay control ni réplica a diferencia de estas.

 

Todas las personas que usamos WhatsApp podemos ser víctimas de la desinformación y de contenidos que fomentan el odio y que modifican nuestra intención de voto.

 

Hemos investigado qué bulos han circulado por WhatsApp durante la campaña electoral, dónde han puesto el foco y cuál ha sido su origen.

 

Hemos estudiado más de 300 mensajes «desinformativos», que hacían referencia a cinco grandes temas: partidos políticos, nacionalismos, xenofobia, género, islamofobia, ONG y sistema electoral.

 

¿QUÉ ES LA DESINFORMACIÓN?

 

La desinformación no es nueva. A lo largo de los siglos los estamentos de poder han promulgado información más conforme a sus intereses que a la realidad.

 

Pero la facilidad de creación y difusión de información en internet ha hecho de ella un verdadero problema.

 

Un ejemplo de desinformación es el de las brujas de Salem de 1688. Samuel Parris, padre de Betty Parris, la primera niña que parecía estar poseída por el diablo, había sido elegido pastor de esta localidad, colonia británica en el actual Massachusetts (EE.UU.).

 

Durante los años siguientes tuvo una fuerte oposición, tanto que muchos de sus adversarios se negaron a pagar las tasas con las que se sufragaba su sueldo. Parris descartaba dimitir, así que decidió utilizar el comportamiento extraño de su hija para elaborar y difundir el relato de que el diablo estaba atacando a la comunidad.

 

De esta manera consiguió

desplazar la atención de su persona y crear un enemigo común contra el que tenía que luchar toda la comunidad.

Hoy la desinformación opera de manera similar. Dirige el pensamiento de la población hacia determinados temas, y añade datos erróneos de manera malintencionada.

 

Como en el caso de las brujas de Salem, siempre suelen tener un objeto de odio: personas migrantes, partidos políticos, sus votantes o representantes, el colectivo feminista o de personas LGTBIQ+, etc.

 

La desinformación no son solo noticias falsas. También pueden ser imágenes manipuladas, memes con datos erróneos, cadenas de WhastApp con mensajes fraudulentos, declaraciones equívocas de políticos, etc.

Incluso las noticias falsas no tienen por qué ser enteramente falsas: a menudo simplemente eligen poner el foco en aspectos intrascendentes, o cargan con subjetividad un hecho verídico.

 

Las claves del éxito: novedad, indignación y sorpresa

 

Estos bulos [léase rumores o noticias falsas, generalmente divulgadas con el propósito de engañar o causar confusión. Estos pueden ser difundidos de manera intencionada o sin verificar su veracidad. Por ejemplo, los "bulos" son muy comunes en redes sociales, donde se propagan rápidamente sin que se compruebe su autenticidad] calan muy bien entre la población, en primer lugar, porque la mayoría no sabe que existen. Además, porque refuerzan nuestras creencias preexistentes con sentencias contundentes que nos dan la razón, por lo que estamos mucho más dispuestos a confiar en ellas.

 

Por otra parte, porque al no tener que sustentarse en la veracidad, las noticias pueden jugar en un terreno mucho más libre para impactar a quien las recibe.

 

Esta combinación de novedad, indignación y sorpresa hace que sean compartidas de forma meteórica.

 

Durante la campaña electoral de Donald Trump en Estados Unidos en 2016, las 20 noticias falsas más populares tuvieron más interacción que las 20 noticias más populares de grandes medios.

 

Esto es, claro, un grave problema para la democracia.

Por una parte

--- , porque genera un ambiente de odio y crispación;

--- por otra porque impide que la ciudadanía elija con conciencia a sus representantes políticos.

--- Y lo que es peor, que no sea consciente de ninguna de las dos cosas.

 

Muchos partidos políticos se han dado cuenta de este filón electoralista y lo usan para sus propios fines, junto a páginas web que parecen medios de comunicación. Es hora de frenar la desinformación. 

 

¿CÓMO PUEDES PROTEGERTE CONTRA LA DESINFORMACIÓN?

 

El control de WhatsApp de forma externa es complicado ya que supone acercarse a un ámbito muy privado. Por eso cada persona tiene que estar atenta a qué recibe para que no «nos la cuelen».

 

El propio WhatsApp ha planteado iniciativas para frenar la desinformación, como limitar el reenvío de mensajes y eliminar cuentas que violen sus términos y condiciones de uso.

 

Por su parte, la Unión Europea también ha instado a WhatsApp y otras plataformas a elaborar códigos de buenas prácticas que eviten la desinformación.

 

También hay iniciativas privadas que verifican la información y la desmienten, lo que se conoce como “fact-checking”. Y se están incluyendo asignaturas en los institutos sobre periodismo y fake news.

 

Pero como WhatsApp pertenece al ámbito privado, es en el ámbito privado donde más se puede luchar contra la desinformación.

 

En resumen, 

evaluar la información que recibes depende de ti. 

 

Para ello te damos algunas recomendaciones:

 

SI ES DEMASIADO COLOQUIAL, DESCONFÍA

 

--- A menudo las noticias falsas tienen titulares llamativos o sensacionalistas.

--- Utilizan adjetivos o calificativos, mayúsculas e incluso signos de exclamación.

--- Cuanto más coloquial sea el lenguaje más probabilidad de que sea falsa.

 

SI NINGÚN OTRO MEDIO LA REPRODUCE, DESCONFÍA

 

Identifica los bulos pegando el titular o texto en Google para ver cuántas entradas existen y qué medios o webs hablan del tema. Si es verídica la encontrarás en más medios y en prensa escrita independiente.

 

SI DAN POR ACTUAL UNA NOTICIA VIEJA, DESCONFÍA

 

Mira la fecha, divulgar noticias antiguas en un nuevo contexto también es desinformación porque no está actualizada. El lugar o las cifras también son fáciles de corroborar.

 

SI NO CONOCES LA FUENTE, DESCONFÍA

 

La fuente es clave. Distingue opinión de información, si se trata de un tuit mira el perfil del autor en Twitter, si es un texto de WhatsApp sin enlaces o pidiendo difusión tiene todas las papeletas para ser falso, aunque te lo envíe una persona de confianza.

 

SI LA FUENTE ES TENDENCIOSA, DESCONFÍA

 

Desconfía si viene de plataformas que ya hayan sido acusadas de difundir noticias falsas.

 

CHEQUÉALA CON UNA PLATAFORMA DE VERIFICACIÓN

 

Existen plataformas de fact-checking que ya pueden haber desmentido esa información.

 

En España, Newtral o Maldita, forman parte de la International Fact-Checking Network, una red que promueve la verificación no partidista. Para temas de ecologismo o medio ambiente consulta la biblioteca de desmentidos de Greenpeace

 

SI REFUERZA TUS CREENCIAS, DESCONFÍA

 

Sé crítico/a. A menudo es muy apetecible leer cosas que atacan a nuestros «adversarios», pero en esos momentos es donde somos más vulnerables a creernos información falsa. Ten en cuenta tus creencias y prejuicios a la hora de evaluar las noticias que «te dan la razón».

 

COMPRUEBA LAS IMÁGENES

 

Comprueba si una imagen ha sido manipulada, retocada o desviado su origen usando “images.google.com” o haciendo clic derecho en esa imagen (en Chrome) y seleccionando “Buscar imagen en Google”.

 

COMPRUEBA LOS AUDIOS Y VÍDEOS

 

Para audios y vídeos tendrás que sintetizar su mensaje y buscar también por palabras clave. Si su intención es humorística o alarmista, analiza qué sensaciones despierta en ti (risa, odio, violencia) y si es algo a tomar en serio.

 

SI DUDAS, NO COMPARTAS

 

Así no contribuyes a su difusión ni a viralizar mensajes que muchas veces se comparten con el conocimiento previo de que son falsos.

 

 

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