Ideas principales del texto de Sartre (PAU Extremadura)
Jean-Paul Sartre: El existencialismo es un humanismo. Francisco Caballero Quemades y Miguel Corella Lacasa (ed.) Madrid: Santillana, 1996, pp. 20-24.
1. La moda existencialista
El existencialismo es un humanismo es una conferencia impartida por Sartre en el Club Maintenant de Paris en 1945 y publicada en 1946.
Sartre se queja de que la palabra se estaba usando para referirse a tantas cosas que se había quedado vacía de significado. En general se entendía por existencialismo el estado de ánimo pesimista que se presidía cualquier manifestación cultural después del horror de la II Guerra Mundial.
Con esta charla Sartre pretende delimitar el significado estrictamente filosófico del existencialismo.
Sartre se queja de que la palabra se estaba usando para referirse a tantas cosas que se había quedado vacía de significado. En general se entendía por existencialismo el estado de ánimo pesimista que se presidía cualquier manifestación cultural después del horror de la II Guerra Mundial.
Con esta charla Sartre pretende delimitar el significado estrictamente filosófico del existencialismo.
2. Hay dos escuelas existencialistas.
Dentro del terreno filosófico, Sartre distingue dos escuelas existencialistas: una corriente cristiana representada por Jaspers y Marcel, y otra atea que incluiría a Heidegger y al mismo Sartre.
El existencialismo cristiano busca respuestas al nihilismo que supone la muerte de Dios en convulsas conversiones al catolicismo típicas de la primera mitad del siglo XX.
La corriente atea, por el contrario, se mantiene fiel a la finitud del hombre.
La corriente atea, por el contrario, se mantiene fiel a la finitud del hombre.
3. La existencia precede a la esencia.
Ambas escuelas tienen en común un axioma “la existencia precede a la esencia“.
Pensemos, dice Sartre, en un abrecartas: su esencia, esto es, sus características y su utilidad, están pensadas previamente a su fabricación. Su existencia, por tanto, está determinada por la esencia.
Pensemos, dice Sartre, en un abrecartas: su esencia, esto es, sus características y su utilidad, están pensadas previamente a su fabricación. Su existencia, por tanto, está determinada por la esencia.
La distinción esencia-existencia tiene su origen en Tomás de Aquino.
Aristóteles había establecido las siguientes oposiciones: materia – forma y potencia-acto.
Tomás de Aquino añade una tercera: esencia – existencia. Su objetivo es separar bien a Dios de las criaturas. Al contrario que en Aristóteles donde las esencias son eternas, en Tomás de Aquino sólo en Dios coinciden la esencia y la existencia, sólo Dios es.
Aristóteles había establecido las siguientes oposiciones: materia – forma y potencia-acto.
Tomás de Aquino añade una tercera: esencia – existencia. Su objetivo es separar bien a Dios de las criaturas. Al contrario que en Aristóteles donde las esencias son eternas, en Tomás de Aquino sólo en Dios coinciden la esencia y la existencia, sólo Dios es.
4. Visión técnica del mundo
En el mundo técnico, el mundo artificial creado por el hombre, la esencia precede a la existencia.
Sartre coincide aquí con Heidegger. Para este el triunfo de la técnica a nivel planetario supone un modo de interpretar la realidad regido por la calculabilidad, la utilidad y la rentabilidad.
El mundo y, el propio hombre, quedan reducidos cosa.
El mundo y, el propio hombre, quedan reducidos cosa.
En ambos casos, Sartre y Heidegger recuperan aquella formulación del imperativo categórico kantiano según la cual es necesario tratar al hombre como un fin en sí mismo y no como un medio.
Un ejemplo sencillo para entender lo que significa la visión técnica del mundo es la película Avatar de James Cameron, donde la multinacional sólo está interesada en explotar los recursos de Pandora.
5. El hombre y Dios en los filósofos del s. XVII
La visión técnica del mundo equivale al modo en que la metafísica moderna, heredera de la teoría de las Ideas de Platón, define al hombre. Recuerda que para Platón existe un artesano superior llamado Demiurgo que, plasma las Ideas en la Materia. El individuo humano sería, por tanto, una copia de la Idea de Hombre.
Esta forma de entender al ser humano se prolonga durante la filosofía medieval donde Dios asume el papel de creador del Universo.
En la filosofía moderna, representada por los racionalistas Descartes o Leibniz, el hombre es el producto de una mente divina que reproduce las esencias en el mundo material. La voluntad de Dios obedece a su entendimiento.
Sartre insiste en una analogía fundamental: el abrecartas es al industrial lo que el hombre a Dios.
Sartre insiste en una analogía fundamental: el abrecartas es al industrial lo que el hombre a Dios.
6. La naturaleza humana en los filósofos del siglo XVIII
En el siglo XVIII, aunque la idea de Dios desaparece, permanece la certeza de que existe una naturaleza, una esencia, que define al hombre. Así, por ejemplo,Kant. Tanto el hombre sin civilizar como el burgués comparten unas características comunes.
Recuerda como Kant establece que la naturaleza humana está determinada por la “insociable sociabilidad” y que esta es, paradójicamente, la causa del progreso moral y científico de la humanidad.
Otros ejemplos son la naturaleza humana torcida por el mal que crítica Voltaire en su novela Cándido o la obsesión por el poder que Diderot atribuye al ser humano en su novela Jacques el fatalista, el “buen salvaje” de Rousseau o “el hombre es un lobo para el hombre” de Hobbes.
Recuerda como Kant establece que la naturaleza humana está determinada por la “insociable sociabilidad” y que esta es, paradójicamente, la causa del progreso moral y científico de la humanidad.
Otros ejemplos son la naturaleza humana torcida por el mal que crítica Voltaire en su novela Cándido o la obsesión por el poder que Diderot atribuye al ser humano en su novela Jacques el fatalista, el “buen salvaje” de Rousseau o “el hombre es un lobo para el hombre” de Hobbes.
7. El existencialismo ateo.
El existencialismo ateo pretende ser coherente con la idea de que Dios no existe. La desaparición de Dios del mapa filosófico implica que hay al menos un ser cuya existencia no está definida de antemano: es el hombre. El hombre está arrojado al mundo y se define por sus acciones. En esto coinciden Heidegger y Sartre.
8. La concepción existencialista del hombre
La naturaleza humana equivale a una nada que se hace progresivamente en el mundo. El hombre se define por sus decisiones y acciones no por una naturaleza previa.
9. El hombre es lo que se hace.
El hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa pues estos objetos tienen definida su esencia previamente a su existencia. El hombre, por el contrario, existe y es consciente de ser un algo que se proyecta hacia el porvenir.
Este discurso sobre la dignidad del hombre remite directamente al humanismo renacentista de Pico della Mirandolla: el hombre es un ser intermedio entre lo divino y las bestias, puede elevarse o caer de acuerdo a su liberad.
Este discurso sobre la dignidad del hombre remite directamente al humanismo renacentista de Pico della Mirandolla: el hombre es un ser intermedio entre lo divino y las bestias, puede elevarse o caer de acuerdo a su liberad.
10. El proyecto
El hombre es, ante todo, subjetividad, es decir, un “ser-para-sí”. No es un “ser-en-sí” como pueden serlo el musgo, la podredumbre o una coliflor.
Del mismo modo que no existe el mundo inteligible de Platón, no existe una Idea de hombre que determine cuál ha de ser su existencia. El hombre es, sobre todo,voluntad y, por tanto, responsable de lo que es. El hombre es lo que haya proyectado ser.
Observa que Sartre distingue entre el hombre como proyecto y el querer consciente. El hombre como proyecto es previo al querer consciente.
Hay que distinguir entre lo que creemos que estamos haciendo y lo que realmente estamos haciendo. Es una distinción que recuerda mucho a Schopenhauer y, sobre todo, a Freud. Imagina a alguien con una formación reactiva: puede ser que conscientemente crea que está enamorado de su pareja y que por ello va a pedirle matrimonio, pero en realidad lo único que desea es dejar es alejarse de la homosexualidad que tanto le atrae y odia al mismo tiempo.
Hay que distinguir entre lo que creemos que estamos haciendo y lo que realmente estamos haciendo. Es una distinción que recuerda mucho a Schopenhauer y, sobre todo, a Freud. Imagina a alguien con una formación reactiva: puede ser que conscientemente crea que está enamorado de su pareja y que por ello va a pedirle matrimonio, pero en realidad lo único que desea es dejar es alejarse de la homosexualidad que tanto le atrae y odia al mismo tiempo.
11. El hombre es plenamente responsable
Cuando los comandantes de los campos de concentración se defendían en los Juicios de Nüremberg, alegaban que obedecían órdenes. Según Sartre esta sería una respuesta inadmisible porque el hombre es siempre responsable de sí mismo.
Cuando el marxismo acusa al existencialismo de subjetivismo, es decir, de ser una filosofía a la que sólo preocupa el individuo pero no la clase social, Sartre se ve obligado a matizar que el hombre es responsable no sólo de sí mismo sino de aquello que todos los hombres pueden llegar a ser.
Esta es, evidentemente, una nueva versión del imperativo categórico kantiano: obra de tal manera que tu máxima se convierta en ley universal. Aunque Sartre es crítico con Kant pues ni siquiera la lógica del imperativo categórico es suficiente para guiarnos en nuestras acciones. Si a un individuo le está dado elegir entre ir al frente a combatir a los nazis o quedarse en la retaguardia para cuidar de su madre, ambas opciones podrían convertirse en ley universal.
Esta es, evidentemente, una nueva versión del imperativo categórico kantiano: obra de tal manera que tu máxima se convierta en ley universal. Aunque Sartre es crítico con Kant pues ni siquiera la lógica del imperativo categórico es suficiente para guiarnos en nuestras acciones. Si a un individuo le está dado elegir entre ir al frente a combatir a los nazis o quedarse en la retaguardia para cuidar de su madre, ambas opciones podrían convertirse en ley universal.
Al final del párrafo, Sartre afirma que el hombre no sólo es libre sino que no puede escapar de su subjetividad. Es decir, que sus acciones comprometen a toda la humanidad.
12. La elección
Nuestra elección, dice Sartre, “compromete a la humanidad entera”. Como dijimos anteriormente, una nueva versión del imperativo categórico de Kant, aunque con matices citados.
Sin embargo, de un modo coherente con su ateísmo, y recuperando el ingenuo intelectualismo moral de Sócrates, Sartre afirma que no existe el mal. El hombre siempre elige el bien, pero lo que elija es como si obligase a la humanidad entera.
13. El obrero que elige el cristianismo.
Para ilustrar lo anterior Sartre recurre a un ejemplo polémico. Cuando un obrero elige el cristianismo en lugar del comunismo está comprometiendo a todos los hombres en una actitud de humildad y renuncia. Aquí están presentes las críticas a la alienación religiosa de Marx y Nietzsche.
Traducido a un lenguaje más actual, Sartre critica al “obrero” que vota a “la derecha”.
14. El individuo que elige la monogamia.
Sartre utiliza otro ejemplo interesante para debatir en clase. Cuando, en un plano individual, elijo como mi destino el matrimonio y tener hijos (y un coche y una hipoteca y vacaciones…) también estoy comprometiendo a la humanidad entera.
Recuerda que la relación entre Sartre y Simone de Beauvoir era poco convencional y la monogamia le parecía un estereotipo burgués.
Recuerda que la relación entre Sartre y Simone de Beauvoir era poco convencional y la monogamia le parecía un estereotipo burgués.
Cualquier elección moral no sólo me compromete a mí sino también a todos los hombres. Este es el origen de la angustia existencialista.
15. La angustia
Si el hombre es realmente consciente de que su elección implica a la humanidad entera no podrá dejar de sentir una responsabilidad extrema, una profunda angustia. Observa como Sartre utiliza la palabra “legislador” lo cual es una reminiscencia claramente kantiana.
Sin embargo, la mayoría actúa como si su elección sólo le afectase a sí mismo, actúa, dice Sartre, de mala fe. No son capaces de enfrentarse a la catástrofe de que todo el mundo actuase como ellos y prefieren pensar que ya habrá otros que tomen la decisión correcta.
Piensa, por ejemplo, que el Sindicato de Estudiantes convoca una huelga para protestar por los recortes en Educación. Puedes elegir no ir a la huelga y hacer un examen importante, o quedarte en casa a estudiar o irte al bar. Para aliviar la angustia que te produciría pensar que esa decisión compromete la de todos los demás, te dices a ti mismo que ya habrá algún “pringado” que proteste.
Piensa, por ejemplo, que el Sindicato de Estudiantes convoca una huelga para protestar por los recortes en Educación. Puedes elegir no ir a la huelga y hacer un examen importante, o quedarte en casa a estudiar o irte al bar. Para aliviar la angustia que te produciría pensar que esa decisión compromete la de todos los demás, te dices a ti mismo que ya habrá algún “pringado” que proteste.
16. Angustia y mala fe
Liberarse de la angustia, es, de algún modo, volver a encerrrarse en la caverna platónica o renunciar a pensar por ti mismo (en términos de Kant). Según Sartre lo hacemos cada vez que no nos planteamos la pregunta “¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo?”.
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